MANEJO DEL ESTRES Y TECNICAS DE RELAJACION (1)

Publicado en por alejandro zuluaga mercado

Por: Alejandro Zuluaga Mercado Ph. D.

 El estrés es una reacción natural de nuestro organismo ante situaciones amenazantes que tienen que ver con nuestra supervivencia, sin embargo, en el mundo moderno hemos generalizado esta respuesta a múltiples situaciones de nuestra vida cotidiana de tal modo que se instala en nuestro ser y convive con nosotros casi permanentemente, trayendo esto como consecuencia múltiples alteraciones a nuestra salud física y mental, tales como: hipertensión, infartos, accidentes cerebro-vasculares, gastritis, irritabilidad, falta de concentración, insomnio, entre otras. Es por esta razón que se hace necesario aprender estrategias psico-físicas que nos permitan prevenir y reducir los altos niveles de estrés nocivos para nuestra salud, y así lograr mayor plenitud en nuestro vivir.

El estrés se define como un concepto relacional mediado cognitivamente, que refleja la relación entre la persona y el entorno apreciada por aquella como amenazante, o que excede a sus recursos y pone en peligro su bienestar. El estrés es una relación dinámica particular (que cambia constantemente y es bidireccional) entre la persona y el entorno, donde se interactúa mutuamente. Como comentó Lazarus (1981), los individuos no son meras victimas del estrés, sino que su manera de apreciar los acontecimientos estresantes (interpretación primaria) y sus propios recursos y opciones para afrontarlo (interpretación secundaria) determinan la naturaleza del estrés. Los procesos de interpretación del individuo influyen en la relación dinámica o transacción entre este y el entorno social. En tal contexto, la manera de afrontar el estrés se refiere a los esfuerzos conductuales y cognitivos en orden a dominar, reducir o tolerar las exigencias internas y externas creadas por las transacciones estresantes (Lazarus y Folkman, 1984).

La naturaleza y el contenido de los aspectos cognitivos pueden influir en la manera de sentir y comportarse la persona. El grado en que una situación determinada provoca una respuesta depende en gran parte de la interpretación que hace el organismo de la situación y de su capacidad para abordar el acontecimiento. Como observo Beck (1984) los individuos proclives al estrés están preparados para efectuar juicios extremos, unilaterales, absolutistas, categóricos y globales. Tienden a personalizar los acontecimientos y caer en distorsiones cognitivas tales como la polarización (razonamiento dicotómico en blanco y negro), la magnificación y la exageración (hincapié excesivo en las posibilidades más negativas de una situación dada) y el exceso de generalización. Estas distorsiones conceptuales pueden producirse de una manera automática, inconciente.

El primer concepto sobre estrés fue formulado por Cannon en 1929, quien lo definió como una respuesta de lucha o huida ante situaciones amenazantes y postulo que la biología del estrés dependía de la estimulación del sistema simpático-adrenal. Años más tarde Selye (1952) planteo el Síndrome de Adaptación General (SAG) o síndrome del estrés biológico, quien además también llamo la atención para un proceso denominado “reacción de alarma”, como una evidente forma de defensa corporal general.

El estrés es una respuesta al peligro o amenaza y es denominada la respuesta de lucha-huida. Se llama así porque todos sus efectos están dirigidos a combatir el peligro o escapar del mismo. Así, el propósito del estrés es proteger al organismo. Cuando nuestros antepasados vivían en cuevas, era vital que cuando se enfrentaban con algún peligro, ocurriera una respuesta automática que les hiciera realizar una acción inmediata (ataque o huida). Incluso en el agitado mundo de hoy día este es un mecanismo necesario. Imagine simplemente que está cruzando una calle cuando de repente un carro acelera hacia usted al tiempo que toca la bocina. Si usted no experimentara ninguna ansiedad, resultaría muerto. Sin embargo, lo más probable es que su respuesta de lucha-huida ocurriera y usted se apartara del camino del carro para ponerse a salvo. La moraleja de esta historia es muy simple: el propósito del estrés es proteger al organismo, no dañarlo. Sería totalmente ridículo para la naturaleza desarrollar un mecanismo cuyo propósito fuera proteger a un organismo y, al hacerlo, dañarlo.

El mejor modo de pensar de todos los sistemas de la respuesta de lucha-huida (estrés o ansiedad) es recordar que todos están dirigidos a conseguir que el organismo esté preparado para la acción inmediata y que su propósito es proteger al organismo. Cuando algún tipo de peligro es percibido o anticipado, el cerebro envía un mensaje a una sección llamada el sistema nervioso autónomo. El sistema nervioso autónomo tiene dos subsecciones o ramas llamadas el sistema nervioso simpático y el sistema nervioso parasimpático. Estas dos ramas del sistema nervioso están directamente implicadas en el control de los niveles de energía corporal y de la preparación para la acción. Dicho simplemente, el sistema nervioso simpático es el sistema de lucha-huida que libera energía y hace que el cuerpo esté preparado para la acción, mientras que el sistema nervioso parasimpático es el sistema de restauración que devuelve el cuerpo a un estado normal o de relajación. Un punto importante es que el sistema nervioso simpático tiende a ser en gran medida un sistema de todo o nada. Esto es, cuando es activado, todas sus partes responden. En otras palabras, o todos los síntomas son experimentados o ningún síntoma es experimentado; es raro que ocurran cambios sólo en una parte del cuerpo. Esto puede explicar por qué la mayoría de los ataques de ansiedad implican muchos síntomas y no sólo uno o dos. Uno de los efectos principales del sistema nervioso simpático es que libera dos productos químicos, llamados adrenalina y noradrenalina, de las glándulas adrenales, que están en los riñones. Estos productos químicos, a su vez, son usados como mensajeros por el sistema nervioso simpático para continuar la actividad; de modo que una vez que empieza la actividad en el sistema nervioso simpático, continúa frecuentemente y se incrementa durante algún tiempo. Sin embargo, es muy importante darse cuenta de que la actividad del sistema nervioso simpático se detiene de dos maneras. Primero, los mensajeros químicos (adrenalina y noradrenalina) son destruidos finalmente por otros productos químicos en el cuerpo. En segundo lugar, se activa el sistema nervioso parasimpático (que generalmente tiene efectos opuestos al sistema nervioso simpático) y restaura una sensación de relajación. Es muy importante darse cuenta de que finalmente el cuerpo "tendrá bastante" de la respuesta de lucha-huida y activará el sistema nervioso parasimpático para restaurar la sensación de relajación. En otras palabras, el estrés no puede continuar para siempre o aumentar en espiral hasta niveles siempre crecientes y posiblemente dañinos. El sistema nervioso parasimpático es un protector interior que evita que el sistema nervioso simpático se extralimite. Otro punto importante es que los mensajeros químicos, adrenalina y noradrenalina, tardan algún tiempo en ser destruidos. Así, incluso después de que el peligro ha pasado y su sistema nervioso simpático ha parado de responder, es probable que se sienta inquieto o aprensivo por algún tiempo debido a que los productos químicos están aún flotando en su sistema. Debe recordarse que esto es perfectamente natural e inocuo. De hecho, es una función adaptativa porque, en los lugares salvajes, el peligro suele volver y es útil que el organismo esté preparado para activar la respuesta de lucha-huida. La actividad en el sistema nervioso simpático produce un incremento en el ritmo cardíaco y en la fuerza del latido cardíaco. Esto es vital para la preparación para la actividad ya que ayuda a aumentar la velocidad del flujo sanguíneo y mejora de este modo el reparto de oxígeno a los tejidos y la eliminación de productos de desecho de los tejidos. Esta es la razón por la que es típico sentir que el corazón late a ritmo acelerado o que late con fuerza durante los periodos de elevada ansiedad o pánico. Además de la mayor actividad en el corazón, también hay un cambio en el flujo sanguíneo. Básicamente, la sangre es retirada de los sitios donde no se necesita (mediante un estrechamiento de los vasos sanguíneos) y dirigida hacia los sitios donde se necesita más (mediante una dilatación de los vasos sanguíneos). Por ejemplo, la sangre se retira de la piel y de los dedos de las manos y pies. Esto es útil porque si el organismo es atacado y sufre un corte, es menos probable que se desangre hasta morir. Por eso, durante la ansiedad la piel se ve pálida y está fría y los dedos se vuelven fríos y algunas veces experimentan entumecimiento y hormigueo. Además, la sangre se dirige a los grandes músculos como los muslos y los bíceps, lo que ayuda a que el cuerpo se prepare para la acción. La respuesta de lucha-huida está asociada con un incremento en la velocidad y profundidad de la respiración. Esto tiene una importancia obvia para la defensa del organismo, ya que los tejidos necesitan más oxígeno para prepararse para la acción. Las sensaciones producidas por este incremento en la respiración pueden incluir, sin embargo, falta de aliento, sensación de ahogo o asfixia e incluso dolores u opresión en el pecho. Es importante saber que un efecto secundario del incremento de la respiración, especialmente si no se lleva a cabo ninguna actividad, es que el aporte de sangre a la cabeza disminuye. Aunque sólo es una pequeña cantidad y no es en absoluto peligroso, produce una serie de síntomas desagradables (pero inofensivos) que incluyen mareo, visión borrosa, confusión, irrealidad y oleadas de calor. La activación de la respuesta de lucha-huida produce un incremento en la sudoración. Esto tiene importantes funciones adaptativas como hacer la piel más resbaladiza, de forma que es más difícil para un predador agarrar, y enfriar el cuerpo para que no se caliente demasiado. La activación del sistema nervioso simpático produce otros efectos, ninguno de los cuales es de ningún modo dañino. Por ejemplo, las pupilas se dilatan para dejar que entre más luz, lo cual puede producir visión borrosa y puntitos luminosos enfrente de los ojos entre otras cosas. Hay una disminución de la salivación, lo que hace que la boca esté seca. Hay una menor actividad en el sistema digestivo, lo cual produce frecuentemente náusea, pesadez de estómago e incluso estreñimiento. Finalmente, muchos de los grupos musculares se tensan para prepararse para la lucha o la huida y esto produce sentimientos subjetivos de tensión, que a veces se acompañan de dolores reales así como de temblores y sacudidas.

En conjunto, la respuesta de lucha-huida produce una activación general de todo el metabolismo corporal. Así, uno se siente frecuentemente acalorado y, como este proceso emplea mucha energía, después uno se siente generalmente cansado y agotado. Como se ha mencionado antes, la respuesta de lucha-huida prepara el cuerpo para la acción: atacar o correr. Así, no es ninguna sorpresa que los impulsos dominantes asociados con esta respuesta sean los de agresión y el deseo de escapar. Cuando esto no es posible (debido a limitaciones sociales), los impulsos serán frecuentemente expresados mediante comportamientos tales como dar golpecitos con el pie, pasearse de un lado a otro o hablar bruscamente a la gente.

En resumen, los sentimientos producidos son los de estar atrapado y necesitar escapar. El efecto principal de la respuesta de lucha-huida es alertar al organismo de la posible existencia de peligro. Así, hay un cambio inmediato y automático en la atención para explorar los alrededores en busca de una amenaza potencial. Se hace muy difícil concentrarse en las tareas diarias cuando uno está ansioso. Las personas ansiosas se quejan frecuentemente de que se distraen fácilmente de sus tareas diarias, de que no pueden concentrarse, y de que tienen problemas de memoria. A veces, no pueden encontrar una amenaza obvia. Desafortunadamente, la mayoría de la gente no puede aceptar que no tenga ninguna explicación para algo. Por tanto, en muchos casos, cuando la gente no puede encontrar una explicación para sus sensaciones, dirige su búsqueda hacia ella misma. En otras palabras, "si nada en el exterior me está haciendo sentir ansioso, debe haber algo mal en mí". En este caso, el cerebro inventa una explicación tal como "me debo de estar muriendo, perdiendo el control o volviéndome loco". Como hemos visto, nada puede estar más lejos de la verdad, ya que el propósito de la respuesta de lucha-huida es proteger el organismo, no dañarlo. De todos modos, son pensamientos comprensibles. Las manifestaciones sintomáticas del estrés o respuesta de lucha-huida son muy variadas y pueden clasificarse en diferentes grupos:

-Físicos: Taquicardia, palpitaciones, opresión en el pecho, falta de aire, temblores, sudoración, molestias digestivas, náuseas, vómitos, "nudo" en el estómago, alteraciones de la alimentación, tensión y rigidez muscular, cansancio, hormigueo, sensación de mareo e inestabilidad. Si la activación neurofisiológica es muy alta pueden aparecer alteraciones del sueño, la alimentación y la respuesta sexual.
-Psicológicos: Inquietud, agobio, sensación de amenaza o peligro, ganas de huir o atacar, inseguridad, sensación de vacío, sensación de extrañeza o despersonalización, temor a perder el control, recelos, sospechas, incertidumbre, dificultad para tomar decisiones. En casos más extremos, temor la muerte, la locura, o el suicidio
 -Conductuales: Estado de alerta e hípervigilancia, bloqueos, torpeza o dificultad para actuar, impulsividad, inquietud motora, dificultad para estarse quieto y en reposo. Estos síntomas vienen acompañados de cambios en la expresividad corporal y el lenguaje corporal: posturas cerradas, rigidez, movimientos torpes de manos y brazos tensión de las mandíbulas, cambios en la voz, expresión facial de asombro, duda o crispación, etc.
-Intelectuales o cognitivos: Dificultades de atención, concentración y memoria, aumento de los despistes y descuidos, preocupación excesiva, expectativas negativas, pensamientos distorsionados e inoportunos, incremento de las dudas y la sensación de confusión, tendencia a recordar sobre todo cosas desagradables, sobrevalorar pequeños detalles desfavorables, abuso de la prevención y de la sospecha, interpretaciones inadecuadas, susceptibilidad, etc.
 -Sociales: Irritabilidad, ensimismamiento, dificultades para iniciar o seguir una conversación, en unos casos, y verborrea en otros, bloquearse o quedarse en blanco a la hora de preguntar o responder, dificultades para expresar las propias opiniones o hacer valer los propios derechos, temor excesivo a posibles conflictos, etc.

 No todas las personas tienen los mismos síntomas, ni éstos la misma intensidad en todos los casos. Cada persona, según su predisposición biológica y/ o psicológica, se muestra más vulnerable o susceptible a unos u otros síntomas. Algunos de ellos sólo se manifiestan de manera significativa en alteraciones o trastornos del estrés. En casos de estrés normal se experimentan pocos síntomas, normalmente de poca intensidad, poca duración, y son poco incapacitantes. El estrés normal y proporcionado, así como sus manifestaciones, no puede ni deben eliminarse, dado que se trata de un mecanismo funcional y adaptativo. Se trata de saber convivir con el, sin perder la operatividad. Sin embargo, algunas personas que han sufrido trastornos por estrés, sobre todo si han sido muy severos o incapacitantes, están tan sensibilizadas que tienen después dificultades para tolerar la ansiedad normal, e incluso distinguirla de la patológica.

 Hasta aqui hemos visto las características y componentes del estrés o de la respuesta de lucha-huida. Ahora vamos a dedicarnos a hablar de la respuesta de relajación, la cual posee características totalmente opuestas a la respuesta de lucha o huida, empezando porque se encuentra controlada por el sistema nervioso parasimpático, el cual tiene funciones antagónicas al sistema nervioso simpático, que como ya se ha dicho controla la respuesta de lucha o huida. Cuando se da la respuesta de relajación descienden los niveles de adrenalina y noradrenalina segregadas por las glándulas adrenales, lo cual trae como consecuencias concomitantes disminución del ritmo cardiaco, el ritmo respiratorio, la presión sanguínea y la frecuencia de las ondas cerebrales (se producen ondas alfa de 8 a 12 ciclos por segundo). En ese mismo orden de ideas a nivel psicológico se presenta mayor concentración, claridad mental, sensación de calma, buen humor, mayor retención de la memoria, sensación de descanso, facilidad para conciliar el sueño. En términos generales se puede afirmar que todas las prácticas o estrategias que inducen la respuesta de relajación tienen como consecuencia disminuir o controlar toda la sintomatología anteriormente señalada como característica del estrés.

Etiquetado en desarrollo humano

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T
<br /> muy bueno el articulo y muy completo,pero me costo mucho leerlo con la letra tan chiquita...aunque valio la pena el esfuerzo, debemos crear conciencia de la importancia de la relajacion consciente<br /> en nuestro dia a dia.<br /> <br /> <br />
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